INTRODUCCIÓN:
En esta serie sobre Empresas que me propuse escribir, dije que la segunda temporada la iba a dedicar a los intangibles, a los aspectos de la dirección de empresas que no se pueden palpar pero, que son fuente de creación de valor en las organizaciones.
Cuando hice el trabajo sobre ética en las organizaciones y hablé de cómo los valores, la ética y la moral marchaban unidas, hablé de la necesidad de adoctrinar en esto a las personas. Hoy digo, que una de las mejores formas de adoctrinamiento es a través de los rituales.
Cuando narré como situaciones reales aquellas asociadas a los Hoteles Ritz-Carlton, los parques Disney y la gimnasta Simone Biles, puse de manifiesto cómo en cada caso se siguen determinados rituales. En el caso de los hoteles se trabaja con el ritual de caballerosidad; en los parques Disney a través de la fantasía de sus películas crean rituales para “hacer felices a las personas” y la gimnasta requiere un ritual sobre su mente para sentirse físicamente bien, con altos rendimientos.
Luego los rituales es un tema que en lo particular me fascina hablar y con el tiempo he comprendido el amplio campo que tienen en las organizaciones y no se utilizan. Sin embargo, los rituales cohesionan, alinean, motivan y dan satisfacción espiritual a las personas. Por ello, el objetivo del presente capítulo es “mostrar el camino de los rituales como instrumento para agregar valor a las organizaciones”.
DESARROLLO:
Decimos que a partir de ahora hablaremos de los rituales pero, ¿qué son los rituales? En forma sencilla podemos decir que son prácticas que realizamos que tienen y le damos un fuerte valor simbólico. Ellos pueden tener múltiples objetivos, depende del ritual en particular: hay rituales religiosos, la misa por ejemplo; festivos, antiguamente el baile de las muchachas que celebraban sus 15 años de vida; rituales políticos, deportivos, recreativos, etc. Pues bien, hay también rituales organizacionales.
Siempre he seguido el estilo de reflejar situaciones reales para aclarar y poner en evidencia el tema que voy a trabajar. Para no cambiar, voy a seguir el ritual de reflejar algunas situaciones que conozco.
Primera situación.
Desde mi infancia, siempre viví en el medio de determinados rituales. En primer lugar el de la religión, me crie dentro de una familia que supuestamente era católica pero que también hacía prácticas de sincretismo con prácticas de la Regla de Ocha o Santeria. En casa había todo un altar a la Virgen de Santa Bárbara pero, los 4 de diciembre se hacían actividades orishas a “changó”.
En ese ambiente viví y me enviaron a estudiar de segundo a sexto grado a una escuela privada católica. Ahí aprendí rituales propios del culto: el catecismo, el rezar el padre nuestro, el ave María, el credo, ir a misa, hacer la primera comunión, la confirmación y me confesé ante el cura.
Siendo un pequeñín en formación todo aquello lo asimilaba pero, habían actividades que me movían los cimientos. El cura Pedro maltrataba a los muchachos, les daba golpes con una varilla que tenía; el cura Ángel que debía practicar el celibato dejaba de almorzar por esperar una llamada de “María”, dicen una vez se lanzó sobre un becado. Además, había curas que se iban a confesar y nos enseñaban no se debía pecar ¿Entonces? Esos pequeños detalles aun siendo un niño fueron cosas que no se me olvidaron y que culminó cuando me botaron en sexto grado porque mi madre no era buena paga de las mensualidades. De estos aprendizajes me volví agnóstico con los años.
Bien, estos son detalles personales pero, no es menos cierto que la Iglesia Católica tiene montado sobre la base de la fe y el cristianismo buenos rituales que ha hecho que sea tal vez la organización más vieja que exista. Ha vivido más de 2000 años y cuando fue proscrita cambio sus rituales, pasando a las catacumbas y en el año 440 reapareció con el nuevo testamento en virtud de los intereses del imperio romano de los tiempos.
Como organización tiene capacidad y disposición al cambio y de la inquisición pasó a nuevos métodos más contemporáneos y recuerdo que estando en un país europeo me invitaron a una misa un domingo y cuál no sería mi sorpresa que ya no se tocaba la música de mis tiempos, con órganos, sino que ahora la música era con guitarra eléctrica y batería para atraer a los jóvenes. En otro país latinoamericano llegué a otra misa en el momento de felicidad, donde la gente se saluda y se abraza, esto por igual me sorprendió. Finalmente, en otro país fui a la misa de fin de año y la gente fue a comulgar sin confesarse. Obviamente, esto no era así en mis tiempos y hoy en día son cosas que me sorprenden. Espero que en cualquier momento quiten la restricción de celibato, para bien de los curas.
Segunda situación.
Otro ejemplo, similar a la de la iglesia es la de los ejércitos, organización tan vieja o más vieja que la iglesia católica pero, que tiene muy bien instrumentados sus rituales. El escalón de mando, los uniformes según el tipo de fuerza, las banderas de combates, los desfiles. Todo muy bien montado orgánicamente.
Empiezan preparando a los infantes a que reconozcan las voces de mando y no titubeen ante una orden. Complementan la preparación con actividades culturales y deportivas, le dan una preparación integral y hacen que participen en debates políticos viéndolo desde sus propias fuerzas. En fin, no es menos cierto que los rituales del ejercito preparan a las personas para la vida y la hacen que sean mejores en la sociedad.
Tercera situación.
Esta situación me gustaría comentarla un poco más porque para mí tiene una grata impresión desde pequeño. Voy a hablarles de los rituales de las corridas de toros. Desde pequeño muchas de las películas españolas que vi eran sobre toros y las corridas. Para mí eso era algo hermoso y siempre lo tuve presente, no se me olvida la película famosa de Palomo Linares y los cantos de Joselillo.
Fui a España por primera vez en 1990 y estando en Madrid una de las primeras cosas que hice fui ir la Plaza de Ventas, donde se habían filmado muchas películas. Quise entrar, había corridas, pero el precio era muy alto porque las entradas las compraban los acaparadores y después las revendían por fuera el día de la corrida a aquellas personas que, como yo, llegaban desesperados por ver una corrida. Fundamentalmente, turistas.
Así que aquel deseo quedó como asignatura pendiente. Sin embargo, en el año 2014 estando en la Provincia de Chimborazo, Ecuador, pude sacar esa asignatura que para mí era algo fabuloso desde el punto de vista cultural.
Es algo impresionante desde el punto de vista de los rituales el ver cómo se inicia la corrida con la música de un pasodoble, regularmente el denominado “Toreros” u otro muy conocido, “Paquito el Chocolatero”, que con alguno de esos pasodobles hacen entrada todos aquellos que participan: el torero en el centro, con su capa y sombrero que saluda a las personas; los “banderilleros”, que forman parte de la cuadrilla del matador y lo auxilian en la lidia del toro, así como los “picadores” montados en su caballo con su arpón en la mano. Ya sólo este ritual te hace sentir todo un torero, aunque estés en lo más alto de las gradas, posición privilegiada para verlo todo y acercarlo con cámara en mano. El efecto de la música te pone en el ruedo.
Después que todo el grupo del matador recorre el ruedo, empieza la lidia y el torero empieza en el primer tercio a trabajar con la capa, para cansar al toro, junto con los picadores y otros auxiliadores. Viene el momento de poner las banderillas, en el segundo tercio, y el toro se cansa más por la sangre que va expulsando y la faena del torero con la muleta, donde en un paño oculta el estoque o espada.
Seguidamente viene el tercio final que debe producir el desenlace y el matador espada en mano apunta hacia el toro para introducir su espada en la zona centro superior de las agujas y la médula. Según la profundidad de la estocada el toro puede caer de bruces inmediatamente o camina un poco y se cae, después viene el rematador que termina la faena.
Pero, los rituales no terminan aquí, resulta que una corrida de toros tiene un jurado que evalúa la corrida y al final da un veredicto sobre cómo fue la corrida para dar los trofeos que corresponden según el caso: puede ser que algún matador se vaya sin trofeos, si la corrida fue un desastre; o se lleve una oreja sí estuvo bien; si estuvo mejor puede llevarse dos orejas del toro.
Pero, en el ritual hay algo extraordinario, si la corrida fue superior y tanto el toro como el torero dieron muestras excepcionales de “bravura”, el público puede sacar pañuelos y pedir al jurado el indulto para el toro. El jurado evalúa y, si aprueba el indulto, el torero enfila la estocada hacia el toro pero, toca el toro con la mano y se da por terminada la corrida.
En ese caso, el torero recibe dos orejas y un rabo, que es el premio superior, aspecto que pasa a su expediente como reconocimiento. Por otro lado, el ganadero dueño del toro de lidia recibe el beneficio de haber tenido un todo “indultado”, que se suele tomar como semental. Mientras más indultados tenga, su ganadería es mejor.
En la primera de las corridas que fui tuve el privilegio de ver a un toro indultado y a un torero premiado. El público solicitó la evaluación y la plaza se convirtió en una locura por parte de los aficionados que allí estábamos.
En la segunda corrida que asistí tuve otro privilegio, ver una corrida con el torero a caballo, a este tipo de corrida se le llama “rejoneo” y el caballo utilizado esta domado especialmente para lidiar con un toro bravo. Realmente, en los tres tercios que tiene una corrida el jinete utiliza un caballo diferente en cada una de ellas. El espectáculo es sensacional y pude ver a un jinete que, al dar la estocada final, lo hizo perfecto, tocó la médula, y el toro cayó de bruces al lado del caballo.
En este tipo de corrida el propio torero, desde el caballo, es el que le pone las banderillas al toro. La corrida que vi, aunque perfecta, no tuvo premio porque al poner las banderillas el toro tumbó una de ellas y eso es penalizado. El premio en este caso, es realizar otra corrida pero, ya la siguiente no le quedó perfecta y se fue sólo con una oreja.
Continuará …..